Terminado el busto fué el propio escultór el que me animó a realizar el candelero y las manos para la dolorosa.El tiempo pasó casi sin darme cuenta y llegó el día, ese día que deseaba que llegara pero que a la vez no quería que llegara nunca, tenía ante mi a María Santísima de la Soledad mi primera obra.
Es indescriptible la sensación que produce la contemplación de una imagen propia, me costaba creer que de mis manos saliera la que siempre será para mi mi virgen, mi Soledad.
El primer emplazamiento de la imagen fué el salón de juntas de la hermandad del Santísimo Cristo de la Sangre a cuya junta de gobierno pertenecía yo entonces, en la iglesia de Nuestra Señora de la Victória en Medina Sidonia.Encomendé entonces la imagen a nuetro párroco José Manuel Daza para que buscase un emplazamiento mas apropiado para la imagen.Pasados unos días José Manuel me propuso donar la imagen a la Hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte a lo que accedí sin pensármelo.Tras realizar todos los trámites necesarios y obtener el visto bueno de la comisión de arte del obispado, se realizó la solemne bendición.En adelante la vírgen recibiría culto en el altar junto al Cristo de la buena Muerte.
Aun me conmueve entrar a verla y encontrarme alguna persona que dirije una oración hacia ella.
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